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miércoles, 1 de agosto de 2007

Mi jaula de oro...



En esta tarde de precipitada ventisca,
Tan carente de esperanzas.
Con un cigarro en la mano,
Con un vacio infinito.

Montada en mi macho como siempre,
Tan necia y tosca… le doy cabida al hastío.
Nunca morí tantas veces… como cuando decidí enterrarme.
Enterrarme en mi misma, Para jamás renacer.

Estas cuatro paredes de oro, tan hurañas cual fiel roble.
Han sido mi protección…
Y aunque he osado dejarlas,
Con aparente ventura, siempre he de regresar.

Vuelvo amedrentada y temerosa
De esta vida rigurosa,
Que vuelca hostil su asperidad.

Y mil inclemencias podrán pasar sobre mi lecho…
Estos peldaños difícilmente caerán.

Retorno entonces a mi jaula, que es de oro...
Tan inerte y tan perfecta…
Pero que jamás dejará de ser prisión.

Nunca me pesaron tanto estos barrotes…
Nunca como cuando decidí incrustarlos en mis ganas de volar.
Ahora… aplastan mis alas, o lo que queda de ellas.
¿Cómo sanarme… cuando el metal ha corroído mi alma?
¿Cómo?, cuando la rabia y el odio es lo que rige mi vida.

Si alguien me hiciera el favor de atender a mis lamentos,
Si alguien pudiera al fin desterrar mi sufrimiento;
Alguien que conmovido tuviera tal atrevimiento

Entonces… solo entonces.
Dejaría de soñar.

(Soñar eternamente).



By.skM.

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